top of page

El libro del que no esperaba nada… y terminó siendo justo lo que necesitaba

No esperaba nada. Lo confieso.


El título —El sutil arte de que te importe un carajo— me sonaba a esos libros tipo Quiúbole con… disfrazados de filosofía barata: groserías, frases provocadoras, promesas de rebeldía superficial. Lo abrí sin fe, con el mismo ánimo con el que ves una comedia tonta después de un día pesado.


ree


Pero ahí estaba yo… subrayando páginas. Sintiendo incomodidad.


Una incomodidad de esas que no solo te remueven, sino que te sacuden.


Porque ese libro me enseñó algo brutalmente honesto: Quizás no estoy fracasando… solo estoy usando la métrica equivocada.


La trampa silenciosa de “ser alguien”

Durante mucho tiempo sentí que tenía que sobresalir.


📈 Ser el más productivo.

🎙 Tener algo impactante que contar.

🧠 Que se notara que estaba haciendo cosas.



ree


Porque si no lo hacía, me sentía menos. Como si algo en mí estuviera fallando.


Vivimos en un mundo donde el éxito se mide en visibilidad. ¿Ya subiste tu nuevo logro a LinkedIn? ¿Cuántos likes recibió tu reel? ¿Ya hiciste algo digno de postear?


Y cuando no tienes nada que mostrar, te invade la sensación de estar quedándote atrás.


A mí me pasó. Sentía que si no destacaba, no valía. Que si no impresionaba, estaba perdiendo el tiempo.

“La mayoría de nosotros somos muy promedio en la mayoría de las cosas. Aun si somos excepcionales en una, somos promedio en las demás.”

Esa frase me desarmó. Porque es verdad. Y porque jamás me lo había permitido aceptar.



¿Y si ser promedio no es un insulto?


Ser promedio, en esta cultura, es como una condena. Pero el libro lanza un golpe certero:

“Aceptar que una vida digna es solo aquella que es notable o grandiosa es aceptar que la mayoría de la humanidad no vale nada. Y eso es peligroso.”

Boom.


Ahí entendí que lo que me hacía sentir vacío no era lo que hacía o dejaba de hacer, sino la forma en que lo evaluaba.


ree


Una historia real que me hizo tragar saliva


Cuando trabajaba en una institución pública, recuerdo haber juzgado a ciertos compañeros que parecían no “dar el extra”. A los que iban tranquilos por la comida, los que se distraían en sus redes, los que no eran ambiciosos como yo.


Hasta que un día me tocó dar el discurso de despedida de uno de ellos.


Yo lo había catalogado como un tipo flojo, distraído, poco comprometido.


Pero frente al micrófono, algo se rompió. No podía fingir una admiración que no sentía… pero tampoco podía negar que ese hombre había construido algo valioso: relaciones, tranquilidad, estabilidad, años de servicio. Era querido. Era respetado.


Y ahí entendí que mi métrica estaba rota.



Cambiar la métrica cambió mi vida


Antes medía mi valor con base a si destacaba, si me reconocían, si hacía algo “grande”.


Ahora me pregunto otra cosa: ¿Estoy construyendo algo con sentido?¿Estoy en paz con lo que hago aunque nadie lo aplauda?¿Puedo disfrutar un café con alguien, una conversación honesta, sin sentir que “debería estar haciendo algo más productivo”?

“Tú no puedes ser una persona importante que cambia vidas para algunas personas sin que seas una broma o una vergüenza para otras.”

Y eso está bien. Está bien no gustarle a todos. Está bien no estar “escalando” todo el tiempo.


El verdadero fracaso


No es no haber hecho un TED Talk.


No es no haber corrido un maratón antes de los 30.


No es no haber escrito un libro viral.


El verdadero fracaso es medirte toda la vida con una regla que nunca cuestionaste.


ree
“La felicidad no es evitar los problemas, sino tener los correctos. Y para eso, necesitas los valores correctos. Y para eso, necesitas cambiar tus métricas.”

Ese fue el mayor aprendizaje: cambiar mis métricas. Y con eso, cambié mi forma de ver mi vida. Mi idea del éxito. Y también, de mí mismo.


¿Y tú?

¿Qué métrica estás usando para juzgar tu vida?


¿Y si no estás fracasando… solo estás usando una regla absurda para medir tu valor?


Tal vez no necesitas lograr más. Tal vez solo necesitas mirar distinto.


Déjamelo en los comentarios. O mejor: háztelo a ti mismo frente al espejo. Sin filtros. Sin hashtags.

Solo tú y tu métrica.

Comentarios


bottom of page